Agradecidos en tiempos difíciles

¿Qué consideramos como un “buen día” en el aula de clase? ¿Qué es un “buen día” como director o administrador?   Todos deseamos ese “buen día” en donde navegamos a través de él sin ningún problema y todo nos resulta muy bien. Disfrutamos esos días cuando nos preguntan en casa cómo la pasamos y respondemos “¡Todo estuvo de maravilla! Fue un buen día!”

Yo, personalmente, amo esos días, pero debo admitir que son poco frecuentes. La mayoría del tiempo, debemos admitir que ejercer la educación es como caminar sobre una cuerda floja; es un campo de batalla; es un partido de basquetbol intenso en donde necesitamos hacerlo todo bien evitando que nos marquen faltas técnicas. Realmente no es fácil; cada día hay diversidad de problemas que debemos enfrentar.

Existe mucha presión sobre el maestro y el director para ser “perfectos”, pero todos sabemos que eso es imposible.

Sin embargo, los tiempos difíciles no son tan malos a la luz de la eternidad, incluso al atravesarlos. Me gustaría proponer este pensamiento que un creyente maduro me compartió: “¿Se aprende algo significativo en un buen día?”

Aquí hay cuatro razones para estar agradecidos en tiempos difíciles:

  1. Los tiempos difíciles producen buenas historias para compartir en familia. Todos los educadores somos buenos para relatar historias, y ¿qué mejor historia que una en la que nos pusimos nuestra armadura, enfrentamos al dragón y sobrevivimos? ¿Cuántos niños escuchan a sus papás hablar de los primeros años de su matrimonio, cuando comían con cubiertos de plástico, o cajas de cartón, o celebraban yendo a comer una pizza con un refresco pequeño porque era lo que podían pagar?

  2. Hay enseñanzas claras y abundantes en la Escritura que nos enseñan el valor de los tiempos difíciles:• El gozo ilimitado: “Estoy muy animado; en medio de todas nuestras aflicciones se desborda mi alegría” (2 Corintios 7:4, NVI).• Aprendiendo a ser paciente: “Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento” (Romanos 12:12, NVI)• Fortaleciendo nuestra fe: “Bien saben que, cuando su fe es puesta a prueba, produce paciencia” (Santiago 1:3, RVC).
  3. Recordemos la enseñanza de la iglesia de I y II de Corintios. Un profesor del Nuevo Testamento que tuve, comentó acerca de la problemática iglesia de Corinto: “No sabríamos cómo funcionar como iglesia si no fuese por los corintios”. La instrucción que Pablo les dio a ellos nos ha beneficiado por siglos. Ese niño en tu salón de clase que te altera los nervios puede que ser un regalo de Dios para ti. ¿Qué podrías aprender en el proceso de relacionarte con él?
  4. Algunos problemas son inevitables. Asegúrate de no atraer problemas ni causarlos a otros. Pero si llegan, dales la bienvenida y reconoce que son parte de un curso de graduación enseñado y modelado por el maestro de maestros.

¿Qué nos enseñan los problemas financieros? A doblar nuestras rodillas y reconocer que todo viene de nuestro Dios y que Él provee. ¿Qué nos permiten los problemas interpersonales? La oportunidad de aprender a amar sacrificialmente, así como ama Jesús. ¿Qué produce en nosotros la enfermedad? La experiencia de confiar y depender de Él y no en nuestras fuerzas. ¿Qué de los problemas de nuestras comunidades y gobiernos? Esto es lo que la mayoría de creyentes experimentan cada día así que ¡Bienvenido al mundo en que todos vivimos! Podemos prosperar aun en momentos de sequedad. Dios permanece en Su trono.

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